A Rosario sin problemas, pero quedaban unos 200 kms. por la Ruta 34 para llegar a destino.
-Che Juancho, este ruido no me gusta para nada. –Fiel conocedor de los ruidos del hermano automotor.
Y de repente. Luz roja de “su auto se está fundiendo”.
-Bueno gente, vamos a tener que hacer dedo para llegar a una estación a comprar la correa de repuesto.
Para un camionero muy amigable que nos plantea no solo llevar a uno a la estación sino llevar el auto también con nosotros arriba.
Camión con acoplado, con un auto enganchado atrás a 120 kms/h y pasando autos. Cualquier parecido con una locura, es pura coincidencia.
El auto se arregla y a los pocos kms. muere nuevamente. Por suerte La Renga es amistad, es hermandad y es solidaridad. Compañeros roqueros del país nos hicieron la gauchada de llevarnos y poder disfrutar de lo frágil de la locura.
La vuelta, otra historia. Mujeres en micro, Manu y yo en el nave, eso si, a no más de 60 kms/h. Salimos el Domingo a la mañana y el lunes una horita antes de laburar estábamos en casa, pero con una baja, el 12.
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