viernes, 16 de julio de 2010

Flor de noche

La verdad que no se cómo de esa noche tengo recuerdos. Fue en San Martín de Los Andes con el fiel compañero de ruta Ari, y la bella y grata presencia de Flor.
Habían sido varios días de frío polar y lluvia, pero esa tarde por fin el sol asomaba. Momento ideal para unas birras bien frescas. Arrancamos con cuatro, tranquilos como para pasar el rato.
A la noche la bella lugareña nos llevó a comer a la costanera, en donde de entrada nos tuvimos que clavar dos vinitos con una rica comida patagónica. Para finalizar la velada, unas copitas de champagne, en donde, obvio, Ari tenía que dar la nota rompiendo una copa.
Sintiéndose un poco culpable por haber sido invitada, Flor nos llevó a tomar algo por ahí… Branca para los hombres, la dama tragos que no recuerdo (en este momento de la noche se dio una situación particular con la pareja de la chica, pero la voy a dejar de lado, pero me acuerdo y me río).
Ya era tarde, pero el nivel etílico pedía seguir. Entramos a un bolichito, no había mucha gente así que nos fuimos al “popular” Matías. Costó subir la montaña, pero llegamos y como tampoco había nadie, nos retiramos.
-Che, ¿vamos a un cabarulo? –La pregunta incluía a la dama, la cual no aceptó. La dejamos en su casa y seguimos.
La verdad que no sabíamos dónde había uno, por lo que le consultamos al playero de una YPF.
-Amigo, ¿tenés idea de algún cabarulo por acá? –Le pregunto amistosamente.
-¡No! La verdad que no tengo idea, pero fijate en el segundo lomo de burro a la izquierda. –Gran detalle en la indicación para no saber. Como no teníamos otra cosa que hacer, nos dirigimos hacia allá.
Llegamos al lugar. Era una cuadra de casas bajas, oscura, silenciosa, pero había algo que llamaba la atención.
-Fija que es acá.Ari riéndose tentado al ver una bombita roja prendida en la puerta de una casa. Golpeamos y entramos.
Tristísimo ese lugar al igual que la mercadería. De todas maneras no teníamos pensado consumir, solamente reírnos un rato. Mientras Ari se encontraba sentado charlando yo me arrimo a la barra siendo acompañado por una señorita.
-¿Invítame algo de tomar? –Tonito latinoamericano el de la señorita.
-No, mami, economía de guerra. –Cualquier parecido con la situación vivida en Iquique es pura coincidencia.
-Ay, pero si tienes dinero. –Insistente la colombiana.
-Bueno, a ver… ¿qué querés? –Era obvio que no le iba a comprar nada.
-Mirá, la cerveza para que tome yo está $60.
-Eh, ¿qué rompimos? No tenés ni la mínima chance.
Se retiró de mi lado rápidamente y cuando volteo la mirada veo que la chica que se encontraba hablando con Ari hace lo mismo, me imaginé una situación similar. Nos tomamos un fernet cada uno y nos retiramos del lugar. En el camino nos enteramos de la existencia de otro bulo. Hacia allá fuimos.
La misma situación en aquel lugar, pero más bizarra aún. Entramos a la casa y había un grupo de chicas sentadas en la mesa de la cocina, tomando algo. Tristísimo. Tomamos otros fernet y nos fuimos. Si nos hubieran hecho un control, el alcoholímetro marcaría algo así como 14. Pero como es una ciudad (estoy siendo generoso con la nomenclatura) muy pequeña, en la calle no pasa nada ni nadie. Llegamos al lugar donde parábamos y caí en la cama sin sacarme la ropa.
En esta instancia el recuerdo se vuelve difuso. A la mañana me despierto con recuerdos de haber escuchado ruidos en la habitación y ver a Ari apoyado en una pared, pero la verdad que pensé que era un sueño.
-¿Viste lo que pasó? –Me comenta Ari.
-No, la verdad que no, me suena a ver escuchado algo, pero no se si fue un sueño.
-No, fue verdad.
En ese momento miro la pared y veo manchas rojas por todos lados, al igual que restos de papel higiénico con cosas asquerosas. Ahí riéndose mientras se agarraba la cabeza del dolor me cuenta que se echó el peor vómito del mundo dentro de la habitación y la situación bizarra que tuvo que pasar en el pasillo yendo a buscar un trapo para limpiar.
A veces pienso que con Ari tenemos un imán especial para las situaciones raras.

lunes, 5 de julio de 2010

05/07/09 - 05/07/10

Un año de aquel despojo, de aquella violación.
Los quemeros no olvidamos, no perdonamos. Pedimos justicia.

Ni olvido, ni perdón.

La guita te la vas a gastar en remedios hijo de puta.

05/07/09 ¡NUNCA MÁS!

...

Hace un año era uno de los días más tristes de mi vida, y de la de varios también. Mañana se cumple un año que escribí lo que pego acá abajo, y sigue teniendo el mismo sentido 365 días después.
Hoy es un día de una tristeza absoluta. No se por qué estoy escribiendo, pero necesito descargarme. Bronca, tristeza, ira, de todo un poco pasa por mi cabeza. Sin embargo, en el fondo hay un poco de alegría, hay una esperanza, hay una luz.
Ayer vi llorar mucha gente, grandes, chicos, señoras, viejos, hombres “duros”, me vi a mi mismo llorando como un pelotudo. ¿Por qué? Porque se nos escapó de las manos algo que muchos luchamos por obtener. Se nos escapó, se fue, nos robaron… no se, ya no importa, no puedo ser objetivo, así que no quise mirar TV, no leí diarios, no escuché radios.
Huracán es una historia de amor y odio, fluye por todo nuestro ser de esa manera… “hoy te amo”, “hoy no te puedo ni ver”, “hoy me hacer llorar”. Muchos lo maman desde la cuna, de sangre, por padres, por amigos, por abuelos, otros como yo… un día común una fuerza inexplicable me empujó hasta mi casa el Palacio Tomás Ducó. No vengo de familia quemera, no tengo amigos quemeros, no se… es una fuerza inexplicable que te dice “flaco, ésta es tu casa”.
Nadie sabe por qué ocurren estas cosas. Gente de 30 años no sabe lo que es ver al globo campeón, no sabe lo que es una alegría, no sabe lo que es una vuelta olímpica. Entonces no se entiende. ¿Cómo puede ser que todavía exista gente de Huracán? No lo se, no tiene respuesta en lo futbolístico. Tal vez en otro lado.
Huracán es barrio, es amistad, es compañerismo, es solidaridad. Huracán es pueblo. Nadie puede ser del globo cuando en poco más de 20 años, fue robado, ultrajado, violado. Tres descensos, vaciamiento económico, pérdida patrimonial, ventas fraudulentas… Entonces no se entiende, no tiene razón de ser.
Hoy es un día triste, no llueve… caen lágrimas. Arriba está Ulises, Cafú, los pibes que murieron en los micros volviendo de San Juan, Charly, Miguelito Durán, y todos ellos que murieron por defender unos colores. Todos por querer decir “presente” hasta en los lugares más inhóspitos. Allá en canchas donde nunca Huracán debió jugar, pero lo tuvo que hacer. En Quequén, en Rafaela, en San Juan, en Comodoro Rivadavia, en Mar del Plata… todos ellos con la mera justificación de tener un corazón en forma de globo.
Todo esto entonces no tiene explicación alguna. Pasé 16 horas haciendo una cola para ocupar un lugar en la tribuna, MI lugar, el que me gané con lágrimas, con palos, con resfrios, con sufrimiento… y sin embargo, no conseguí esa preciada entrada. “Soy quemero, no me importa nada…”, me fui a la tribuna de Velez. Y no fue fácil. Corrí serios riesgos de salir en ambulancia, o en un cajón tal vez. ¿Vale la pena? Si loco, la vale… pero por suerte, pude ingresar, no importa cómo a la popular del globo. Se abre la reja y escucho bombos, veo banderas. Me sentí como en casa, me sentí feliz.
Un día hubo un quiebre. El 31/10/08 algo cambió. Más de 30 mil personas se juntaron para caminar y marchar a todo color, para demostrar algo. Eso, “soy quemero, no me importa nada”. Nadie pide nada a cambio y eso se demostró ese día. Y hubo una frase que quedó grabada en la cabeza de muchos. El Turco tomó el micrófono y dijo “no me voy a morir sin ver al globo campeón”. Y ayer me pasó eso, a pesar de las lágrimas me fui de la cancha con esa frase en mi cabeza. Y encontré la explicación.
Huracán es una enfermedad, es una patología. Es una locura de necios y soñadores, que no tiene razón de ser y tampoco hay que buscarla. Es eso que se cantó ese día, “100 años de locura y de pasión”, nada más.
Hoy es un día triste, que mientras escribo lloro, pero no importa, en el fondo hay alegría. Yo no me voy a morir sin esa ilusión de ver al globo campeón, porque como yo y como muchos, nos lo merecemos por no tener razones reales de ocupar un lugar en la tribuna, siempre, a pesar de todo.
Muchachos, soy de Huracán… ¡hoy brindo con champagne!