No se si era el bidón o qué cosa, pero que la noche fue bizarra, de eso no hay dudas.
Enero de 2003, que lejos quedaste. Ni las cámaras digitales existían… Sonaba Mancha de Rolando pero con mi voz y con la guitarra de Narso. Triste, pero real.
El camping estaba pidiendo fiesta. ¿Se la damos, Ari? Y bueno. Un kilito de limones, una bolsa de hielo, y el infaltable compañero de aquellas épocas, el vinito de cartón. Alta sangría en el bidón que fue testigo de aquella noche. Narso, para variar, no toma ni agua de la canilla. Matías, sale a tomar aire y se empeda.
Y allá entra. ¡Rubia imponente!
-Mati, es tuya, andá.
-Naaaaa…
-Boludo, te está mirando, andá.
-Bueno, si no queda otra.
Allá se iba el ganador con la chica, ante la mirada atónita de Ari y mía. Salimos a buscar joda, con el bidón por supuesto, el cual ya había sido recargado. Y… ¿qué pasó?
-Ari, ¿ese no es Matías?
-Si boludo, viene con bolsos.
Servicial el muchacho con la chica y su novio. ¿Servicial? No. “Pelotudo” se dice.
Ya fue, vamos a buscar joda. La encontramos. Apertura de boliche, birra libre, y el doble de Charly García para ponerle un toque de pimienta a la cosa.
¿El bidón? Esperándonos afuera, como corresponde.
Y arranca:
-Loco, me siento mal. Sáquenme de acá. Por favor. Quiero ir a la carpa.
Y así terminó, colita arriba y en slip, mientras nosotros seguíamos en compañía del bidón girando por las calles gesellinas.
Quedan preguntas igual de esa noche. ¿Dónde quedó el vaso de Narso? ¿Por qué con Ari ayudamos a un vago borracho a subir a un camión frigorífico y su gente lo dejó encerrado ahí?
Enero de 2003, que lejos quedaste. Ni las cámaras digitales existían… Sonaba Mancha de Rolando pero con mi voz y con la guitarra de Narso. Triste, pero real.
El camping estaba pidiendo fiesta. ¿Se la damos, Ari? Y bueno. Un kilito de limones, una bolsa de hielo, y el infaltable compañero de aquellas épocas, el vinito de cartón. Alta sangría en el bidón que fue testigo de aquella noche. Narso, para variar, no toma ni agua de la canilla. Matías, sale a tomar aire y se empeda.
Y allá entra. ¡Rubia imponente!
-Mati, es tuya, andá.
-Naaaaa…
-Boludo, te está mirando, andá.
-Bueno, si no queda otra.
Allá se iba el ganador con la chica, ante la mirada atónita de Ari y mía. Salimos a buscar joda, con el bidón por supuesto, el cual ya había sido recargado. Y… ¿qué pasó?
-Ari, ¿ese no es Matías?
-Si boludo, viene con bolsos.
Servicial el muchacho con la chica y su novio. ¿Servicial? No. “Pelotudo” se dice.
Ya fue, vamos a buscar joda. La encontramos. Apertura de boliche, birra libre, y el doble de Charly García para ponerle un toque de pimienta a la cosa.
¿El bidón? Esperándonos afuera, como corresponde.
Y arranca:
-Loco, me siento mal. Sáquenme de acá. Por favor. Quiero ir a la carpa.
Y así terminó, colita arriba y en slip, mientras nosotros seguíamos en compañía del bidón girando por las calles gesellinas.
Quedan preguntas igual de esa noche. ¿Dónde quedó el vaso de Narso? ¿Por qué con Ari ayudamos a un vago borracho a subir a un camión frigorífico y su gente lo dejó encerrado ahí?
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