lunes, 24 de agosto de 2009

Picada a la parrilla

-Che gordo, ¿hacemos una picadita?
-Dale, vamos.
Caminamos hasta el Disco que está por la 3 y compramos unas diez birras, salamín, queso, pan y no me acuerdo si algo más. Momentos del dólar barato, así que no habremos gastado más de treinta pesos. Volvimos a la casa en donde paraban las chicas y nos pusimos a pelar, cortar y tomar.
Tres y media de la tarde ya estábamos medio puestos. El gordo tirando tiros a su enamorada Caro y yo lo único que hacía era inspeccionar la casa para ver si tenía parrilla.
En un momento los recuerdos se vuelven difusos, pero creo que las birras fueron repuestas un par de veces y de la nada, no se, era de noche y me encontraba tirado en un colchón abrazado a una cacerola de puré frío. ¿Por qué? No tengo la más puta idea. Pero lo único que se, es que allá por el 2003, dos personas rompieron esquemas y crearon algo que se haría popular años más tarde… ¡¿Qué me vienen a hablar de floggers, papá?!

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