El Negro me hizo recordar una...
El día previo a la historia anterior salimos a recorrer la ciudad y buscar algún barcito para tomar algo. El Negro impoluto con sus nuevas zapatillas y su reluciente camperita (ambos productos libres de impuestos, todo sabemos que el Negro no suelta un mango tan fácil). Ari y yo más tranquilos, como siempre.
Encontramos un bar que no nos gustó y salimos a buscar otro. Caminamos uno pasos y ¡pumba! No sabía si reír o llorar. No nos había cagado una paloma, era un elefante volador. El Negro salió ileso, mientras que Ari y yo estábamos cubiertos de mierda.
Caminamos quince cuadras de vuelta al hotel con un olor que hasta el día de hoy me lo acuerdo y me dan ganas de vomitar.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Historia de mierda
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