Al ser muy malo nuestro estado físico nos costó horrores poder llegar a un lugar medianamente alejado de la playa. Obviamente, ¿qué hicimos? Nos tiramos, claro.
El drama era que la corriente nos había llevado hacia un costado, en donde el bote quedó trabado en unas piedras, entonces nos tuvo que venir a rescatar un gordo en un gomón.
Cara de orto:
-Loco no puede ser que sean cuatro pibes y no sepan remar. Es una vergüenza. –Mientras comentaba eso, nosotros patas estiradas mirando el cielo.
-Bueno papá, tranquilo.
-A ver si alguno se viene para acá y me ayuda que hay que sostenerlos a ustedes con una soga.
De forma risueña, Julián se tira al agua, sube al gomón y se pone serio:
-Bueno, pero manejo yo.
La cara del gordo se transformó y cerró la boca para llevarnos de mala gana hacia el muelle. Pero igual no termina ahí la historia de los pibes de Dolores, porque cuando nos bajamos Gaspar me mira y dice: “loco, para mi que nos robaron 20 minutos”.